Aprietos
En la empresa donde trabajaba antes...
Vamos por partes, de empresa tenía lo justo y jurídico, pero era más bien una secta. Y lo de trabajar, más bien sufría, programaba, criticaba por mail a los superiores y me pagaban por ello, pero ya no estoy ahí. Esa es otra historia y debe ser contada en otro post...
En ese sitio al que solía ir de lunes a viernes antes de cambiar de lugar de trabajo ocurrió un día una cosa que me será difícil de olvidar.
Pocas cosas me dan más rabia que oír el goteo del agua. Bien sea un grifo mal cerrado o una cisterna que no corta bien el agua que cae, o lo que sea, no lo soporto.
Ese día la cisterna del baño de chicas perdía agua. Por hacer un bien por el planetilla (el gasto de agua de la secta me daba igual) y porque no lo aguantaba, fui a la caverna correspondiente (el despacho de las de administración) y se hicieron cargo.
Para concretar más la situación hay que decir que la “oficina” está situada en un edificio de viviendas (viviendas grandes eso sí) y que los baños son los propios de una casa. Por suerte había dos, el de chicos y el de chicas.
A media mañana vino un fontanero con toda la parafernalia (su mono manchado, su cajón de herramientas, sus piezas para por si acaso, la colección de juntas, siliconas varias… no sé qué querría aparentar o si es lo que cualquier individuo del gremio lleva normalmente) y se puso a hacer su trabajo.
El hombre no debía tener prisa y a la hora de comer dejó el baño empantanado y se fue a hacer lo propio. A todo esto las chicas no podíamos ir al baño porque no se podía ni entrar.
A media tarde el hombre seguía con su faena. Yo ya tenía ganas de ir al baño. Yo comía en la oficina, así que tampoco pude salir fuera a hacer un pis.
Poco antes de que terminara mi jornada yo ya no aguantaba. Tenía que ir al baño como fuera. No aguantaba el rato de llegar a casa (en transporte público). No aguantaba ni para esperar a que terminara mi jornada e ir al bar más cercano al trabajo.
El baño de los chicos. Ese lugar desconocido e inhóspito… No me quedaba más remedio.
Me armé de valor y, asegurándome de que no había nadie dentro (con todo el disimulo que pude) entré. Urinarios de chicos a la izquierda, lavabos con espejito de frente, dos puertas a la derecha. Detrás de una de las puertas los productos de limpieza de la chica de idem. Detrás de la otra puerta, una “taza” que yo podía usar. Y con pestillo!! Qué bien.
«Qué alivio. Podía haber venido antes» Pensé.«No ha sido tan grave, ya salgo». Pero no. Cuando iba a abrir la puerta oí la puerta de entrada. «GLUPS!! Me han pillado. O no. Si no quiere hacer “aguas mayores” y las menores no las hace sentado, no intentará entrar en la única taza disponible y que estoy usando yo.» Oí el grifo de uno de los lavabos. «Menos mal, sólo viene a rellenar el botellín. Quién puede ser?? Quién de la oficina tiene botellín?? Puede ser uno de los comerciales… o de los programadores del fondo… o de los de SAP, o uno de los becarios….» más ruido de grifo abierto «Uy, cómo tarda en llegar un botellín no?? Am, será de los que tienen botella de litro. Alguno de los comerciales, o el programador alto (claro, con tanta altura necesita mucha agua jejeje)» Yo intentaba saber con quién estaba compartiendo un baño en el que yo no tenía por qué estar (recordemos que trabajaba en una secta, algún día contaré el rigor y la disciplina que intentaban imponer, con decir que un día me reclamaron que había fichado un minuto antes de mi hora de salida… Pero eso será otro post), por ir preparando alguna excusa si tenía que salir antes de que la cosa fuera más grave.
«Pero aún siendo una botella grande, tarda mucho….» Mientras pensaba esto último oí el ruido de una cremallera al subir. RRRRIIIISSSSS. Yo ojiplática. «No me cuadra. Grifo abierto y cremallera subiendo. Para rellenar un botellín no es necesario bajar la cremallera. A no ser….. Ay madre. Quién de la oficina necesita que esté el grifo abierto para hacer pipí?!?!?!?! Algunos de los comerciales ya peinan canas y el dueño de la empresa tiene edad para…. NO. Prefiero no pensarlo. TENGO QUE SALIR DE AQUÍ. Y sin que el susodicho sepa que yo estaba aquí dentro. CÓMO LO HAGO??»
Momento de crisis.
«Cuánto tiempo llevo aquí?? Se habrán dado cuenta de que no estoy en mi sitio?? TENGO QUE SALIR DE AQUÍ. Espera. Calma. Piensa. Si espero un poco más el que ha entrado no sabrá que estoy aquí y si alguien pregunta le digo que he estado en la otra punta de la oficina. Espera. Si estoy más tiempo aquí puede entrar otro y puede ser peor. Bueno, peor igual no, pero puede entrar otro. Ay madre. TENGO QUE SALIR DE AQUÍ. Y tiene que ser YA.»
Me aseguré de que no había nadie más en el baño y salí. «Bien, primer objetivo cumplido, ahora hay que salir al pasillo y hacer como si nada. No voy a pensar en qué pasará si me encuentro a alguien y me ve salir de aquí. Y si me lo encuentro?? NO, mejor no lo pienso.»
Abrí un poco la puerta. «AAARRRGGGG!!!» No me acordaba de que a veces chirría. Miré alrededor y no vi a nadie. Abrí más y salí. No me acordaba del fontanero y sus cachivaches y casi los arrollo, pero salí. Miré directamente al fontanero. Sabía que yo salía del baño de chicos, pero él lo entendió. Para él era normal, estaba arreglando el de chicas, no quedaba más remedio. Pero para las personas (por llamarlas así) de la empresa que estaban en un estrato superior al de los programadores en la jerarquía aquello sería peor que un sacrilegio. Pero no me vio nadie más.
Llegar a mi sitio fue un alivio mayor que el pis que había hecho un ratito antes. Y lavarme las manos?? Benditas toallitas…
Creo que nadie se dio cuenta de mi hazaña y no sé si alguna chica más se vio en la misma situación, pero la cosa del grifo y la cremallera todavía me da vueltas algunas noches de pesadilla…
Bueno no, es una cosa que ahora me parece hasta divertida, aunque en su día lo pasé un poco mal.
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El vengador justiciero -